libertad
sos mas mentira que mis zapatos limpios
(están lustrados por fuera y con olor a patas por dentro)
se ponen los jeans mas caros, apretados, al equlibrio justo entre la moda y la originalidad
pero se viven tirando pedos en los boliches, donde nadie puede notar quien fue
(astuta se pone mas perfume que gases dentro)
no es feliz
pero sabe vivir
(aunque sea para los demás)
jueves, 31 de julio de 2014
lunes, 14 de julio de 2014
otra de amor y confusiones y finales mal entendidos
Largo tocándole sexi y provocador la cintura, justo en esos huequitos desbastados con espátula en la frontera de su espalda y sus piernas, que se roba todas las miradas de los hombres,que dan rienda suelta a la imaginación y al deseo, transformando de manera mágica y perversa a cada neurona en ratón,a cada arruga en poesía.. largo, hasta el momento y el lugar exacto le llegaba su pelo dorado sin querer mal cortado por ella misma. Ese estilo de nena que quiere ser o al menos parecer grande, pero aun no lo es. Y se nota cuando deja ranuras para que entre la luz y la protejan de las siluetas extrañas que forman su pilón de carteras y bolsos en el armario.
Y dorado, pero viejo, lleno de angustia,bronce, años, y sueños rotos (comidos por el miedo-comprados en cómodas cuotas) se ganaban la mención especial las hebillas de sus zapatitos de media punta color rosa chancho.
Goteaban las hebillas espeso oro del puro pero perdido como un anillo en los médanos con su dueño ahogado enrredado en el tramallo. Goteaba incesante y desesperadamente muda.
Caian en cascada lagrimitas del zapato desahogando cada vez que quiso pero no se animó. Cada vez que limpió el cuarto y no lo notaron.
Bonita, con su vestidito corto celeste media tarde de septiembre y sus flores buena vida, silbaba en sus orejas pequeñas de hada una canción de cuna para dormir con el Ángel de La Guarda de su lado.
Salpicada su nariz como brillantina por pecas, creando infinitas constelaciones a libre interpretación pero todas hablando de él. Y a veces de él con ella.
Sentada arriba de la fantasía, donde la realidad pierde valor y sentido, a mil pies de dinosaurio de altura, sobre la madera de pino barnizada oscuro, bailoteaban acariciando el aire sus pantorrillas y sus pies delicados (las rodillas le sonaban tan despacito que solo ella las oía).
Hermosa y febril. Una cadena de plumas y suspiros cansados pero con minimas de esperanza.
Y yo acostado allí, bien abajo de su ternura.
Rendido a la tibia lejanía que me arrojaba como migajas de pan. Agotando el pote de dulce de leche mientras pasaban la mamá pato y sus patitos delante mío.
Allí, sobre el arroyo salado mirándola, imaginandola. Queriendo rasgar su vestido con violencía y amor loco para verle la bombacha y sus muslos rosados y redondos, con algún que otro lunar como detalle, el toque perfecto de una obra de arte. Parecía un niño bajo la escalera esperando descubrir la intimidad de la amiga linda de su hermana mayor al bajar.
Allí y así estaba yo, suspendido y suspendiendo todas mis citas. Apreciándola desde otra parte del mundo. Con mi lomo mojado y los espacios entre los dedos quebrados de mis pies soplando cuentos.
Enamorado y espectante, la soñaba cerca y con su piel disponible. Con sus tetas justas rozandome la cara.
Idiota y patético, rogaba una rafaga de viento que hiciera flamear la tela sedosa que la cubría y ocultaba. Su perfume, estoy seguro, me chistaba bajito queriendo llamar mi atención y pidiendo timido y orgulloso un abrazo.
Tan obnuvilado estaba, con la boca abierta y la almohada de burbujas y hojas verdes matecocido llena de baba: que inconsiente y descuidado tragué la peligrosa dosis no recomendada de las gotas doradas viejas, bronce,años y sueños rotos (comidos por el miedo-comprados en cómodas cuotas) que su hebilla de zapatitos de media punta color rosa chancho derrochaban.
Y, con la garganta pastosa, y un poco de suerte del destino, ella me vió de casualidad, diminuto. Y ancestralmente simple como las galletitas de agua, envuelta en nubes invisibles, bajó desde mi cielo y su suelo a hacerme el amor antes de morir.
Pagó su deuda. Sentí el efecto. El oro se fundía y pegaba en mis conductos respiratorios y digestivos. Merendaba mis últimos instantes.
Me dijo Buen Provecho, hacé Yoga y nunca NUNCA hables con la boca y los pulmones llenos, no se te entiende bien.
Quizás no en el mejor momento, pero que es un buen consejo es un buen consejo.
Y dorado, pero viejo, lleno de angustia,bronce, años, y sueños rotos (comidos por el miedo-comprados en cómodas cuotas) se ganaban la mención especial las hebillas de sus zapatitos de media punta color rosa chancho.
Goteaban las hebillas espeso oro del puro pero perdido como un anillo en los médanos con su dueño ahogado enrredado en el tramallo. Goteaba incesante y desesperadamente muda.
Caian en cascada lagrimitas del zapato desahogando cada vez que quiso pero no se animó. Cada vez que limpió el cuarto y no lo notaron.
Bonita, con su vestidito corto celeste media tarde de septiembre y sus flores buena vida, silbaba en sus orejas pequeñas de hada una canción de cuna para dormir con el Ángel de La Guarda de su lado.
Salpicada su nariz como brillantina por pecas, creando infinitas constelaciones a libre interpretación pero todas hablando de él. Y a veces de él con ella.
Sentada arriba de la fantasía, donde la realidad pierde valor y sentido, a mil pies de dinosaurio de altura, sobre la madera de pino barnizada oscuro, bailoteaban acariciando el aire sus pantorrillas y sus pies delicados (las rodillas le sonaban tan despacito que solo ella las oía).
Hermosa y febril. Una cadena de plumas y suspiros cansados pero con minimas de esperanza.
Y yo acostado allí, bien abajo de su ternura.
Rendido a la tibia lejanía que me arrojaba como migajas de pan. Agotando el pote de dulce de leche mientras pasaban la mamá pato y sus patitos delante mío.
Allí, sobre el arroyo salado mirándola, imaginandola. Queriendo rasgar su vestido con violencía y amor loco para verle la bombacha y sus muslos rosados y redondos, con algún que otro lunar como detalle, el toque perfecto de una obra de arte. Parecía un niño bajo la escalera esperando descubrir la intimidad de la amiga linda de su hermana mayor al bajar.
Allí y así estaba yo, suspendido y suspendiendo todas mis citas. Apreciándola desde otra parte del mundo. Con mi lomo mojado y los espacios entre los dedos quebrados de mis pies soplando cuentos.
Enamorado y espectante, la soñaba cerca y con su piel disponible. Con sus tetas justas rozandome la cara.
Idiota y patético, rogaba una rafaga de viento que hiciera flamear la tela sedosa que la cubría y ocultaba. Su perfume, estoy seguro, me chistaba bajito queriendo llamar mi atención y pidiendo timido y orgulloso un abrazo.
Tan obnuvilado estaba, con la boca abierta y la almohada de burbujas y hojas verdes matecocido llena de baba: que inconsiente y descuidado tragué la peligrosa dosis no recomendada de las gotas doradas viejas, bronce,años y sueños rotos (comidos por el miedo-comprados en cómodas cuotas) que su hebilla de zapatitos de media punta color rosa chancho derrochaban.
Y, con la garganta pastosa, y un poco de suerte del destino, ella me vió de casualidad, diminuto. Y ancestralmente simple como las galletitas de agua, envuelta en nubes invisibles, bajó desde mi cielo y su suelo a hacerme el amor antes de morir.
Pagó su deuda. Sentí el efecto. El oro se fundía y pegaba en mis conductos respiratorios y digestivos. Merendaba mis últimos instantes.
Me dijo Buen Provecho, hacé Yoga y nunca NUNCA hables con la boca y los pulmones llenos, no se te entiende bien.
Quizás no en el mejor momento, pero que es un buen consejo es un buen consejo.
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