dormí poco esa noche
fueron eternos segundos voladores
con un sueño intranquilo
me levanté esa mañana fría
húmeda de septiembre
color gris
desahuciado
lleno de hambre
el estomago
y el alma
distanciado de todo lo que me tocaba
desayuné un cigarrillo
de mal gusto
había pan
dulce de leche
galletitas de agua
un mate horrible
una familia
pero nada llenaba mi hambre
nada de eso necesitaba
solo ese cigarrillo
mi silencio
alguna que otra lagrima
y un chucho de frío en la entrada de la casa
mis dientes se golpeaban y sacudían del frío
temblé como nunca en toda mi vida
por el viento helado
y la soledad que abanicaba mi alma
y mis pensamientos
cayeron unas cuantas lagrimas mas cuando me viste
llamándote
gritándote con el fuego en la boca
la ceniza que con ternura infantil te amaba
...
y me ignoraste
y veía como el cigarrillo se consumía
junto con la mañana
y mi corazón se alejaba cada vez mas de la tierra
llendo lejos hacia arriba
pero con los pies encadenados
limitando mi vuelo
esos segundos eternos
e hirientes
desayuné ese cigarrillo
para matar mi hambre
y acompañarme a mi mismo
pero no
no sació
no me llenó
no me sirvió de nada
desayuné un cigarrillo aquella mañana de septiembre
pero mis hombros
mis espaldas
mis manos
mis pies
mis ojos
mis años
mi alma
nunca se contentaron
y entonces para tapar la angustia
con aliento a noche y a tabaco
con resignación
con el frío adentro
congelándome la sonrrisa
la pancita
y mi mirada triste de niño solitario
dulce
prendí otro pucho
y escribí este poema
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